El mundo en 2026: economía, tecnología y geopolítica en un año decisivo
2026 se perfila como un año bisagra para la economía global, la tecnología y el equilibrio geopolítico. El crecimiento será moderado, el coste del capital seguirá siendo elevado y la rivalidad entre grandes potencias marcará el ritmo de la inversión, el comercio y la regulación. Al mismo tiempo, la sociedad afrontará tensiones en empleo, vivienda y demografía, mientras emergen nuevas oportunidades ligadas al envejecimiento, la digitalización y la transición energética.
Este análisis ofrece una visión de conjunto sobre las fuerzas que reordenarán el mundo en 2026 y actúa como marco general de una serie de informes específicos sobre economía, geopolítica, tecnología y cambios sociales.
Una economía global de crecimiento moderado y capital exigente
Las principales instituciones multilaterales prevén que el PIB mundial crezca alrededor de un 3 % en 2026, con un comportamiento desigual entre regiones. El Fondo Monetario Internacional proyecta que el crecimiento global se desacelerará desde el 3,3 % en 2024 hasta el 3,1 % en 2026, con economías avanzadas en torno al 1,5 % y mercados emergentes algo por encima del 4 %. La OCDE coincide en ese escenario de expansión débil, con una inflación todavía por encima de los objetivos en buena parte del mundo.
Tras varios años de inflación elevada, se espera una estabilización gradual de los precios, pero el entorno financiero no regresará al dinero barato de la década de 2010. Muchos bancos centrales iniciarán recortes moderados de tipos, aunque el coste real del capital seguirá por encima de la media de la última década. Para empresas y emprendedores, esto significa que la financiación será más selectiva: los proyectos intensivos en capital sin una ruta clara hacia la rentabilidad tendrán más dificultades para salir adelante.
En paralelo, los mercados de materias primas apuntan a una fase de precios contenidos. El último informe de mercados de materias primas del Banco Mundial estima que el conjunto de los precios podría caer de nuevo en 2025 y 2026, hasta niveles mínimos de seis años, con descensos acumulados en energía y alimentos. Este escenario abarata la transición hacia el vehículo eléctrico y las infraestructuras verdes, pero presiona la rentabilidad de compañías mineras y de países muy dependientes de la extracción.
A todo ello se suma la persistencia de dos frentes de tensión económica: la crisis de vivienda en muchas grandes ciudades, donde los precios se han despegado de la evolución de los salarios, y un mercado laboral que combina pleno empleo en ciertos perfiles cualificados con dificultades crecientes para los trabajadores jóvenes y de baja cualificación. Los datos de la Organización Internacional del Trabajo apuntan a una tasa de desempleo global estabilizada en torno al 5 %, pero con fuertes disparidades entre regiones y un problema estructural de paro juvenil.
La combinación de capital más caro, vivienda inaccesible y estancamiento salarial alimentará demandas de cambio político y social en varias economías avanzadas y obligará a las empresas a ajustar sus decisiones de inversión, localización y talento.
El análisis en profundidad de estas dinámicas puede encontrarse en el informe específico Economía global: tendencias para 2026.
Un tablero geopolítico fragmentado y más inestable
La política internacional en 2026 estará marcada por la consolidación de un mundo más fragmentado. La rivalidad entre Estados Unidos y China seguirá definiendo buena parte de la agenda estratégica, con disputas en comercio, tecnología, control de rutas marítimas y acceso a minerales críticos. Mientras Washington refuerza alianzas en el Indo-Pacífico, Pekín acelera su autonomía industrial y se apoya en iniciativas como la Franja y la Ruta para ampliar su influencia en Asia, África y América Latina.
Europa afronta el año con una combinación de rearme histórico y debilidad económica. El aumento del gasto en defensa y la necesidad de reforzar la industria militar contrastan con un crecimiento modesto y con debates internos sobre disciplina fiscal, migración y transición energética. El conflicto de Ucrania continuará como un punto de fricción prolongado: Rusia no dispone de una vía clara para convertir el esfuerzo militar en una victoria política, mientras que la UE y la OTAN mantienen el apoyo a Kiev en un escenario de desgaste.
Oriente Medio vivirá una realidad dual. Por un lado, las economías del Golfo seguirán consolidándose como polos de inversión, turismo y cultura, con proyectos urbanos y tecnológicos de gran escala. Por otro, las tensiones en Gaza, Líbano, Siria o Yemen recordarán la fragilidad de cualquier equilibrio regional. La región continuará siendo clave para la energía, pero también para la diplomacia y la seguridad global.
África y Latinoamérica ganarás peso en la economía de los minerales críticos, la energía y la cultura. La Agencia Internacional de la Energía advierte de que la demanda de minerales esenciales para la transición energética —como litio, níquel, cobalto o tierras raras— podría triplicarse o cuadruplicarse en las próximas décadas, lo que incrementa el interés por yacimientos en África y América Latina y agrava la competencia por su control. El Ártico, por su parte, empezará a integrarse en la economía global como corredor logístico y posible hub de centros de datos, lo que añadirá una nueva capa a las tensiones entre potencias.
Una visión ampliada de estos movimientos se detalla en el informe Geopolítica global en 2026.
Tecnología en fase de regulación y salto cualitativo
La tecnología entrará en 2026 en una etapa en la que la velocidad de la innovación deberá convivir con la densidad regulatoria. La inteligencia artificial generativa seguirá extendiéndose en empresas de todos los tamaños, pero Europa activará el primer gran marco regulatorio integral con la aplicación plena de la Ley de IA. El reglamento, recogido en la página oficial de la Comisión Europea sobre el AI Act, impondrá requisitos estrictos a los sistemas considerados de alto riesgo, desde evaluación de impacto hasta supervisión humana y trazabilidad.
La industria de semiconductores seguirá siendo estratégica. La demanda de chips avanzados para centros de datos, dispositivos con capacidades de IA y vehículos conectados tensionará la oferta, mientras se concretan las inversiones asociadas a programas públicos en Estados Unidos, Europa y Asia. China intentará reducir su dependencia tecnológica con una apuesta decidida por el desarrollo local de procesadores y memorias, en un contexto de restricciones a la exportación de tecnología por parte de economías avanzadas.
En paralelo, la computación cuántica se acercará a una fase de utilidad científica y comercial. Los avances en corrección de errores y en arquitecturas tolerantes a fallos obligarán a gobiernos y empresas a acelerar la transición hacia esquemas de criptografía post-cuántica, con el objetivo de evitar que datos sensibles puedan ser descifrados en el futuro. Organismos de ciberseguridad y agencias técnicas recomiendan ya iniciar la actualización de infraestructuras críticas para anticiparse a ese escenario.
En el plano más visible para empresas y consumidores, 2026 marcará el despegue comercial de los robots humanoides en entornos logísticos e industriales, así como un salto relevante en realidad aumentada. Dispositivos más ligeros, integrados con asistentes de IA y conectados a sistemas corporativos facilitarán casos de uso que van desde la formación y el mantenimiento remoto hasta nuevas experiencias de compra. La economía del entretenimiento también vivirá un punto de inflexión con el lanzamiento de videojuegos de gran escala y un uso intensivo de vídeo generado por IA en producción audiovisual y marketing.
El detalle de estas tendencias se desarrolla en el informe Tecnología e innovación en 2026.
Sociedad, trabajo y cultura: tensiones y nuevas oportunidades
La dimensión social de 2026 estará marcada por el cruce de tres grandes fuerzas: el envejecimiento acelerado en muchas economías, la transformación del trabajo y el impacto del cambio climático sobre el modo de vida y la producción. En países desarrollados y en buena parte de Asia, la proporción de población mayor de 65 años seguirá creciendo, dando impulso a la llamada Silver Economy: salud digital, finanzas especializadas, soluciones de vivienda adaptada, ocio segmentado y tecnologías para la autonomía personal se consolidarán como sectores de alto potencial.
En el mercado laboral, el trabajo híbrido se afirmará como estándar para empleos cualificados, mientras se extiende el modelo de profesional multiproyecto que combina empleo estable con actividades freelance o emprendimientos paralelos. Este fenómeno será una respuesta a salarios que pierden poder adquisitivo, a la búsqueda de flexibilidad y a la facilidad para prestar servicios de forma remota. A la vez, la automatización progresiva de tareas administrativas y repetitivas reconfigurará muchas categorías laborales.
La vivienda seguirá siendo uno de los principales vectores de tensión social. En grandes áreas metropolitanas de Europa, Norteamérica y algunas economías emergentes, los precios de compra y alquiler continuarán desalineados respecto al ingreso medio, alimentando debates sobre regulación, construcción de vivienda asequible y limitación de usos turísticos. Estas dinámicas influirán en la demografía urbana, en la movilidad de los trabajadores y en la competitividad de las ciudades como polos de talento.
En el consumo, la generalización de medicamentos para pérdida de peso tendrá ramificaciones que irán más allá del sector sanitario. Se esperan cambios en patrones de alimentación, en la industria de la moda y en la demanda de servicios de acompañamiento nutricional y de bienestar. Al mismo tiempo, se consolidará una preferencia por experiencias frente a bienes físicos, especialmente en segmentos de renta media y alta, y crecerá el interés por productos sin alcohol o de bajo contenido alcohólico en respuesta a tendencias de salud y a la adaptación de industrias como la del vino.
El calendario de grandes eventos de 2026 reforzará estas transformaciones. El Mundial de Fútbol en Estados Unidos, México y Canadá traerá un impacto significativo en turismo, infraestructuras y patrocinios, y consolidará al mercado estadounidense como uno de los principales centros del fútbol global. Los Juegos Olímpicosp de Invierno de Milán-Cortina impulsarán proyectos de infraestructura sostenible y atraerán inversión en servicios vinculados al deporte y al turismo. En paralelo, el regreso de grandes producciones cinematográficas y el crecimiento de la cultura latina en música y entretenimiento contribuirán a definir el clima cultural del año.
Estas dinámicas sociales y culturales se analizan con mayor detalle en el informe Sociedad 2026: la vida en transición.
Un año que exige anticipación y estrategia
La combinación de crecimiento moderado, capital más caro, fragmentación geopolítica, regulación tecnológica intensa y cambios demográficos acelerados convierte 2026 en un año donde la improvisación será un riesgo alto. Para empresas, emprendedores e inversores, la ventaja no residirá solo en disponer de más información, sino en ser capaces de leer las tendencias de fondo y ajustar su estrategia con rapidez.
Los próximos meses serán decisivos para definir posiciones en mercados clave, asegurar acceso a financiación y talento, y aprovechar oportunidades en ámbitos como la digitalización empresarial, la economía plateada, la automatización, los servicios vinculados a grandes eventos y las soluciones de adaptación climática. 2026 no será un año sencillo, pero sí un punto de inflexión para quienes sepan anticiparse al nuevo mapa económico, tecnológico y social que se está dibujando.
FAQS
¿La economía global entrará en recesión en 2026?
Las previsiones actuales apuntan a un crecimiento global moderado, no a una recesión generalizada. Sin embargo, algunas economías avanzadas podrían experimentar periodos de crecimiento muy débil, especialmente aquellas con altos niveles de deuda, estructuras productivas poco diversificadas o fuerte exposición a tensiones geopolíticas. El riesgo principal no es una crisis súbita, sino una fase prolongada de bajo crecimiento y presión sobre las finanzas públicas.
¿Cómo afectará la regulación de la inteligencia artificial a las empresas?
La entrada en vigor de marcos regulatorios como la Ley de IA en la Unión Europea obligará a las empresas a incorporar mecanismos de transparencia, gestión de riesgos y supervisión humana en los sistemas considerados de alto impacto. Esto supondrá un aumento de costes en el corto plazo, pero también puede generar ventajas competitivas para quienes consigan combinar innovación y cumplimiento normativo. Los sectores más afectados serán finanzas, salud, administración pública, recursos humanos y cualquier actividad que tome decisiones automatizadas relevantes sobre personas.
¿Qué sectores presentan más oportunidades de crecimiento?
Más allá de la tecnología en sentido estricto, destacan varios espacios de oportunidad: soluciones ligadas al envejecimiento poblacional, servicios de digitalización y automatización para pymes, infraestructuras y tecnologías verdes, ciberseguridad y criptografía post-cuántica, logística avanzada, robótica humanoide en entornos controlados y servicios asociados a grandes eventos deportivos y culturales. La clave será identificar nichos donde confluyan demanda creciente, barreras de entrada manejables y capacidad de diferenciación.
¿Qué papel jugarán India y China en el nuevo equilibrio global?
India consolidará su ascenso como gran economía de servicios y tecnología, apoyada en una infraestructura digital pública avanzada y en un mercado interno en expansión. China, por su parte, seguirá siendo una potencia industrial y tecnológica, pero deberá gestionar una combinación de desaceleración económica, envejecimiento y presiones externas en forma de sanciones y restricciones al comercio de tecnología. Ambos países serán actores centrales en la configuración de cadenas de valor, acuerdos comerciales y estándares digitales.
¿Cómo pueden prepararse las empresas para un entorno tan incierto?
La adaptación pasa por reforzar la resiliencia financiera, diversificar proveedores y mercados, invertir en capacidades tecnológicas propias y desarrollar equipos capaces de operar en un entorno regulatorio más complejo. También será clave afinar la lectura de riesgos geopolíticos, climáticos y sociales, integrándolos en la planificación estratégica. En un contexto como el de 2026, disponer de información de calidad y de margen de maniobra será tan importante como la capacidad de ejecución.