Stargate: la red global con la que OpenAI quiere controlar la IA del futuro
OpenAI ya no compite solo en algoritmos. Con Stargate, la compañía dirigida por Sam Altman ha pasado a una nueva fase: la del control de la infraestructura física donde se ejecutará la inteligencia artificial del futuro. Una red mundial de centros de datos interconectados, optimizados para entrenar modelos de gran escala, alimentar agentes autónomos y dar soporte a las miles de aplicaciones que orbitan alrededor de ChatGPT.
Según reveló Reuters, el proyecto Stargate supone una inversión estimada de más de 100.000 millones de dólares. La cifra no solo marca un hito financiero, sino que redefine la competencia en la IA: ya no se trata de quién entrena los mejores modelos, sino de quién controla el cómputo, la energía y la memoria.
La nueva infraestructura de la inteligencia artificial
Hasta ahora, el auge de la IA dependía de infraestructuras ajenas: servidores en la nube de Amazon, Google o Microsoft. Con Stargate, OpenAI busca independencia estratégica, tanto tecnológica como operativa. Su objetivo es crear una red de centros de datos dedicados exclusivamente a modelos de IA, capaces de funcionar como un cerebro distribuido a escala planetaria.
Cada nodo de Stargate estaría compuesto por chips de nueva generación, diseñados junto a AMD, con sistemas de refrigeración avanzada y conectividad ultrarrápida basada en fibra óptica y enlaces cuánticos de baja latencia. Las unidades de almacenamiento, provistas por Samsung y SK Hynix, utilizarían memoria HBM5 y módulos de DRAM optimizados para cargas masivas de entrenamiento.
En Emprender y Más ya analizamos cómo el acuerdo con AMD y la alianza con Samsung y SK Hynix son los pilares técnicos de Stargate. Sin ellos, el proyecto no podría sostener la densidad de cómputo que requieren los modelos GPT-6 y las futuras generaciones de agentes inteligentes.
Microsoft, el socio silencioso
Aunque OpenAI lidera el diseño de Stargate, el papel de Microsoft es clave. Parte de los primeros módulos del proyecto se integrarán dentro de la red Azure, que ya aloja buena parte del entrenamiento y despliegue de los modelos actuales. Pero esta colaboración va mucho más allá del hosting: Microsoft está desarrollando junto a OpenAI una arquitectura energética modular, basada en mini-reactores nucleares y sistemas de refrigeración líquida subterránea, pensada para reducir el consumo y garantizar la estabilidad operativa.
Según The Information, el objetivo final es construir una infraestructura que pueda sostener operaciones 24/7 sin depender de fuentes externas. Una red que no solo alimente ChatGPT, sino todo el ecosistema de OpenAI, desde los modelos de lenguaje hasta los agentes creados con AgentKit.
Un cerebro planetario
Stargate no es un “superordenador” clásico, sino un sistema distribuido. Cada centro de datos actúa como una región de una red global de cómputo, donde los modelos se entrenan, actualizan y sincronizan constantemente. En términos conceptuales, es como si OpenAI estuviera construyendo una nube unificada solo para IA, una especie de Internet del aprendizaje automático.
Los analistas lo comparan con la transición que supuso Internet en los años 90 o el nacimiento del cloud en los 2000: una nueva capa de infraestructura que redefine toda la industria. Pero Stargate no es una red para alojar software; es una red para crear inteligencia.
Geopolítica del cómputo
La decisión de construir Stargate tiene una lectura geopolítica clara. En plena guerra tecnológica entre Estados Unidos y China, OpenAI está alineando su expansión con la estrategia de soberanía digital estadounidense. Las primeras instalaciones se ubicarán en Texas y Arizona, cerca de plantas de energía y de nodos de fabricación de chips de AMD y TSMC.
En una segunda fase, se prevén ubicaciones en Europa y Oriente Medio, en colaboración con gobiernos que ofrezcan incentivos fiscales y estabilidad energética. Según filtraciones recogidas por Bloomberg, Sam Altman también ha mantenido conversaciones con Emiratos Árabes y Arabia Saudí, interesados en participar como inversores en el proyecto.
Esta red no solo aseguraría el futuro técnico de OpenAI, sino que convertiría a la empresa en actor geoestratégico, al nivel de las grandes potencias tecnológicas globales.
Energía y sostenibilidad
Uno de los grandes desafíos de Stargate es su consumo energético. Los centros de datos de IA ya son responsables de más del 2 % del gasto eléctrico mundial, y su crecimiento amenaza con duplicar esa cifra antes de 2030. OpenAI ha asegurado que parte del suministro procederá de fuentes renovables y reactores modulares nucleares, en línea con la estrategia de Microsoft. También estudia el uso de inteligencia artificial para la gestión térmica y predictiva del consumo energético, ajustando el uso en función de la carga de entrenamiento.
El reto, sin embargo, no es solo técnico: es reputacional. En un momento en que la sostenibilidad es central en la narrativa tecnológica, Stargate deberá demostrar que la inteligencia artificial puede crecer sin dejar una huella ecológica inasumible.
Un paso más hacia el “sistema operativo de la IA”
Stargate es la infraestructura que hará posible la visión de ChatGPT como un sistema operativo conversacional. Cada conversación, cada aplicación integrada a través del Apps SDK, y cada agente autónomo desplegado con AgentKit, se ejecutarán sobre esta red.
En nuestro artículo sobre “ChatGPT como sistema operativo”, analizamos cómo OpenAI está construyendo una plataforma total que integra hardware, software y experiencia de usuario. Stargate es la capa que faltaba: la infraestructura física que lo convierte en realidad.
Con ella, OpenAI da un salto de escala similar al que dio Apple con su propio silicio o Amazon con AWS. La diferencia es que aquí la meta no es alojar servicios, sino alojar inteligencia.
Competencia y efecto dominó
Google, Amazon y Nvidia no se quedarán atrás. Google desarrolla su propia red Gemini Compute Fabric, Amazon acelera la expansión de Bedrock Edge, y Nvidia trabaja en DGX Cloud, su infraestructura de IA bajo demanda. Pero ninguna de ellas tiene la integración vertical que OpenAI persigue: desde el chip hasta la interfaz conversacional.
Los analistas de CIO Dive señalan que este enfoque podría otorgarle una ventaja estructural en costes y rendimiento: al controlar cada capa, desde el hardware hasta la distribución, OpenAI podría ofrecer más cómputo por dólar que sus rivales.
En el medio plazo, esta competencia también transformará el mercado laboral y energético. Países y empresas compiten ya por atraer la próxima gran instalación de IA, del mismo modo que en los años 80 lo hacían por fábricas de acero o petróleo.
El futuro ya no cabe en un servidor
Stargate marca el inicio de una nueva era en la computación: una infraestructura viva, que aprende, se replica y se optimiza a sí misma. Si ChatGPT es la mente visible de OpenAI, Stargate será su sistema nervioso global.
No es una metáfora poética: es un cambio de paradigma. El software ya no vive en dispositivos; el hardware ya no está en centros de datos aislados. Todo se fusiona en una red que piensa, aprende y reacciona en tiempo real.
La pregunta no es si OpenAI podrá construirla, sino si alguien podrá detenerla.