Cómo los criterios ESG redefinen el acceso a la gran empresa
Lo que hasta hace poco era una declaración de intenciones o un capítulo en la memoria anual de responsabilidad corporativa, se ha convertido en una condición indispensable para hacer negocios. Los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) han dejado de ser un elemento accesorio para transformarse en el nuevo pasaporte que las empresas, especialmente las pymes, necesitan para acceder y permanecer en la cadena de valor de las grandes corporaciones. Este cambio no es una moda pasajera, sino una transformación estructural impulsada por la regulación, la demanda del mercado y una nueva concepción del riesgo y la responsabilidad empresarial.
¿Qué son los criterios ESG y por qué son la nueva frontera en la contratación?
Los criterios ESG ofrecen un marco para evaluar el desempeño de una compañía más allá de sus resultados financieros. Se dividen en tres pilares fundamentales:
- Ambiental (E): Mide el impacto de la actividad de una empresa en el medio ambiente. Incluye aspectos como la gestión de emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de agua y energía, el tratamiento de residuos o la protección de la biodiversidad.
- Social (S): Evalúa cómo la empresa gestiona sus relaciones con empleados, proveedores, clientes y las comunidades donde opera. Abarca desde las políticas de inclusión y diversidad, la salud y seguridad laboral, hasta el respeto a los derechos humanos en toda su cadena de suministro.
- Gobernanza (G): Se refiere a la calidad de la gestión y los órganos de gobierno de la empresa. Analiza la transparencia, la ética empresarial, la estructura del consejo de administración, las políticas de remuneración de directivos y la lucha contra la corrupción.
El cambio fundamental reside en que las grandes empresas ya no solo son responsables de su propio impacto, sino también del generado por sus socios comerciales. La presión de inversores, consumidores y, sobre todo, de los reguladores, las obliga a auditar y garantizar la sostenibilidad de toda su cadena de valor. Por ello, exigir el cumplimiento de ciertos estándares ESG a sus proveedores no es una opción, sino una necesidad para mitigar sus propios riesgos legales, reputacionales y operativos.
La Directiva de Debida Diligencia: el motor regulatorio que lo cambia todo
El punto de inflexión normativo más significativo en Europa es la Directiva sobre Diligencia Debida de las Empresas en materia de Sostenibilidad (CSDDD). Esta regulación establece la obligación legal para las grandes empresas de identificar, prevenir, mitigar y rendir cuentas sobre los impactos negativos en los derechos humanos y el medio ambiente a lo largo de su «cadena de actividad», que incluye a proveedores directos e indirectos.
En la práctica, esto significa que una gran corporación puede ser considerada responsable si uno de sus proveedores en cualquier parte del mundo incumple normativas laborales o medioambientales. La única forma que tienen de protegerse es asegurarse de que cada eslabón de su cadena cumple. Esto convierte la evaluación ESG de los proveedores en una parte crítica de su estrategia empresarial y de su gestión de riesgos.
El gran desafío para las pymes: adaptarse o arriesgarse a quedar fuera
Para muchas pequeñas y medianas empresas, esta nueva exigencia representa un desafío mayúsculo. Los obstáculos más comunes que enfrentan son:
- Falta de recursos: La implementación de políticas de sostenibilidad y su posterior medición requiere inversión en tiempo, personal y, en ocasiones, tecnología. Recursos que no siempre abundan en las pymes.
- Complejidad en la medición: Determinar qué métricas son relevantes, cómo recopilar los datos de forma fiable y cómo reportarlos en los formatos que exigen los grandes clientes puede ser un proceso abrumador.
- Falta de conocimiento especializado: A menudo, no se cuenta con personal experto en sostenibilidad que pueda liderar el proceso de transformación.
- Costes de certificación: Obtener sellos o certificaciones que validen sus prácticas puede suponer un coste significativo.
El riesgo de no adaptarse es claro y directo: la exclusión de las cadenas de suministro. Las grandes empresas están empezando a reducir su base de proveedores para trabajar únicamente con aquellos que puedan demostrar su compromiso y cumplimiento ESG, dejando fuera a quienes no puedan o no quieran realizar esta transición.
De la obligación a la oportunidad: las ventajas de una gestión ESG proactiva
Aunque el contexto inicial puede parecer amenazante, las pymes que abordan la sostenibilidad de manera proactiva descubren importantes ventajas competitivas. La adaptación a los criterios ESG no solo asegura su puesto como proveedor, sino que abre la puerta a nuevas oportunidades:
- Diferenciación y ventaja competitiva: En un proceso de licitación, una pyme con una sólida estrategia de sostenibilidad tendrá una clara ventaja sobre sus competidoras.
- Fortalecimiento de la relación con el cliente: La colaboración en materia de sostenibilidad puede convertir una relación meramente transaccional en una asociación estratégica a largo plazo.
- Acceso a nueva financiación: Cada vez más, las entidades financieras ofrecen mejores condiciones o productos específicos, como los préstamos verdes, a empresas que demuestran un buen desempeño ESG. Esto puede ser una vía clave para la financiación para pymes.
- Innovación y eficiencia: La búsqueda de la sostenibilidad a menudo impulsa la innovación en procesos y productos. Por ejemplo, medidas para reducir el consumo energético no solo benefician al planeta, sino que también reducen los costes operativos.
- Atracción y retención de talento: Los profesionales, especialmente las generaciones más jóvenes, prefieren trabajar en empresas con un propósito claro y un compromiso social y ambiental demostrado.
Pasos prácticos para alinear una pyme con los requisitos ESG
Iniciar el camino hacia la sostenibilidad no tiene por qué ser una tarea titánica. Las pymes pueden empezar con un enfoque gradual y pragmático:
- Autodiagnóstico y materialidad: El primer paso es entender la situación actual. Realizar un análisis sincero de las operaciones para identificar cuáles son los impactos ESG más significativos (positivos y negativos) de la empresa. No todos los criterios tienen el mismo peso en todos los sectores.
- Priorizar acciones: Es imposible abordarlo todo de golpe. Se debe priorizar aquello que es más relevante para el negocio y más demandado por los clientes clave. Puede ser la gestión de residuos, un plan de igualdad o la eficiencia energética.
- Establecer objetivos claros y medibles: Definir metas concretas y cuantificables. Por ejemplo, «reducir el consumo eléctrico en un 15% en dos años» o «aumentar el porcentaje de mujeres en puestos de liderazgo al 40% en tres años».
- Implementar y comunicar: Poner en marcha las acciones definidas y, muy importante, comunicarlas. La transparencia es clave tanto para los clientes como para el equipo interno. Utilizar la transformación digital puede ser un gran aliado para medir y reportar los avances.
- Buscar colaboración: Hablar con los grandes clientes. Muchas veces, ellos mismos ofrecen formación, herramientas y apoyo a sus proveedores para ayudarles en esta transición, ya que su éxito depende de ello.
El futuro de la cadena de valor: una red sostenible e interconectada
La era en la que la relación proveedor-cliente se basaba únicamente en el precio, la calidad y los plazos de entrega ha terminado. Estamos entrando en una nueva dimensión donde la responsabilidad es compartida y la transparencia es total. Los criterios ESG son el lenguaje común de esta nueva era, redefiniendo los modelos de negocio y forjando cadenas de valor más resilientes, éticas y, en definitiva, más sostenibles. Para las pymes, entender e integrar esta realidad no es solo un requisito para sobrevivir, sino la mayor oportunidad para crecer y liderar en la economía del futuro.
Fuentes:
- PwC España: La Directiva de Diligencia Debida en Sostenibilidad y su impacto en la cadena de suministro
- Deloitte: La sostenibilidad, un factor clave en la gestión de la cadena de suministro
- CaixaBank: Sostenibilidad y criterios ESG: ¿cómo pueden aplicarlos las pymes?
- El Economista: El reto de las pymes para sumarse al carro de la sostenibilidad
- EY España: Cómo la CSDDD transformará las cadenas de valor